“Bello
y gozoso es el caminar por este mundo, de manera tan infantil,
tan
despierta, tan abierta a lo cercano, tan confiada.”
(Siddartha)
Siddartha
llego a mis manos justo cuando lo necesitaba. Llego a iluminar, a confrontar y
sobre todo redefinir.
Me
paso algo “mágico” al ir leyéndolo, pues a medida que avanzaba en la lectura (¿casualmente?) me iban
sucediendo situaciones sumamente similares a las que el protagonista estaba
experimentando: preguntas, dudas, certezas, desapegos, encuentros, etc.
Siddharta
es una novela filosófica, escrita en 1922 por el alemán Herman Hesse. La historia está ambientada en
la india y relata la vida de un hombre hindú que decide ser un samana, y
que posee una ansiedad por el encuentro de lo esencial y cuyo fin es
alcanzar la sabiduría y el nirvana. Durante esta búsqueda, Siddharta va
aprendiendo sobre la importancia de la meditación, aprende sobre el amor, la
sensualidad, la amistad, la introspección, los negocios, la vanidad, la
divinidad de las cosas, etc.
¡Ha
sido un enorme regalo este libro! No se puede
regresar igual después de peregrinar junto a Siddharta.
Ciertos
libros duelen terminarlos,
incluso más que algunas relaciones. Este ha
sido uno de ellos.
“¿Alguna vez un saman o un brahmán ha temido que alguien
le pudiera robar su sabiduría , su devoción o su profundidad de pensamiento?
¡No! Pues es suyo (…) Aprende también esto:
el amor se puede suplicar, comprar, recibir como obsequio, encontrar en la calle
¡Pero no se puede robar!”