Me desperté humeante,
sintiéndome cercana al mundo
con manantiales recorriendo las venas de mi cuerpo
y su extensión como cafetos envueltos en bruma.
Las manos extendidas como raíces,
abrir de pétalos los ojos,
y un estremecimiento de hojas.
"Tu alma es el mundo entero"
(se repetía en mi mente como mantra)
y me sentí con mucha paz.