miércoles, 26 de julio de 2017

Fragmentos de existencia.



Hoy recordé el desierto de sal, los -10°C, el humo del cigarrillo, las risas, el mate y la vía láctea sobre el cielo y un frío intenso. También recordé correr en el lago más alto del mundo y jugar como niños buscando el sol mientras este corría a ocultarse tras las montañas y la noche con la fogata, las guitarras y el vino. Y así se da la felicidad: se da por pedazos, por momentos. Como dice Sabato "Cuando uno esta pequeño espera algo así como “la gran felicidad”, un tipo de alguna felicidad enorme y absoluta, y en la espera de ese fenómeno se dejan pasar (o no se aprecian) las pequeñas felicidades, que al final son las únicas que existen".
El tiempo no vuelve nunca para atrás. Los sentimientos se deterioran o se transforman y nada vuelve a ser lo que era antes y no hay milagro que los pueda restaurar o tan siquiera regresar a semejarse a su calidad inicial. Todo es tan frágil, tan transitorio, que a veces uno escribe al menos para eso, para eternizar lo pasajero .