jueves, 6 de octubre de 2011

Levemente odiosa

Hoy me desperté inadaptada. Sulfurando.

Pobres de los que iban a la par mía en el bus




Solo tenía ganas de patalear, de gritar, de rasgar, de tirarme del cabello, de desprenderme de todo:
de los bienes, de las personas , de los títulos, de los miedos, de los placeres y de todo aquello que sofoca…
Porque llega un punto en que uno comprende que cuando se siente ahogado es cuando se está atado a algo y que el hombre con menos necesidades es el más libre y feliz.







...Que deliciosa sensación mentolada siento ahora sobre mí...






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